Reunión con críticos literarios

Sábado 13 de julio de 2019, 25 º centígrados, 70% de humedad, 12:01 de la madrugada. El sudor resplandece sobre mi atlético cuerpo empapando los cartones que, a modo de piltra en el trastero, me ha cedido mi generosa pareja. Imposible dormir. Llaman a la puerta con golpes duros y cavernosos…

Es el mensajero de la Logia Milenaria de Críticos Literarios: a caballo sobre un esquelético jamelgo, un jinete cuya cabeza ha sido sustituida por un volumen de la décimo tercera edición del Diccionario María Moliner. Le murmuro la clave secreta («Tilde en sólo de solamente siempre»), me entrega el rollo de un frágil papiro amarillento y huye al galope entre una niebla tan espesa que acaba siendo arrollado por un tranvía. Además de un mapa y un bono descuento de la FNAC, el pergamino incluye el siguiente mensaje:

Al alba mañana, en los sótanos del Café Gijón. Vigila que no te sigan. Trae algo de picar.

* El bono descuento es válido para obras de Umbral.

Imagen del actual equipo directivo de la Mutualidad de Críticos Literarios

Después de sacrificar una gallina leyéndole una biografía autorizada de Bill Gates y beberme la sangre de un licenciado en ingeniería informática, por fin consigo que la página web de RENFE me emita sin errores un billete a Madrid. En el taxi de camino hacia mi escalofriante cita, un pesado silencio aplasta mis cavilaciones, apenas interrumpido por los tópicos comentarios del conductor sobre la relevancia de la neurología social en la psicofilosofía.

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