Aunque muchos de mis lectores me conozcan principalmente por mi faceta de modelo de ropa interior femenina o por la capacidad reflexiva de mi bis cómica, bajo este adorable cuerpo musculado y más allá de toda la ejemplar humildad que me permite mi intelecto muy superior, hay también un poeta.
Tal vez la fotografía anterior les haya llevado a concluir que soy un preadolescente: la verdad es que rondo ya los 25 años. Y desde hace más tiempo del que el paleontólogo municipal me permite admitir, vengo compartiendo amistad y lirismo con Vicente Llorente. Podría pasar horas detallándoles, emocionado, las inolvidables vivencias, los hermosos sentimientos y las ETS que he compartido junto y gracias a este artista, pero debo en breve poner unas lentejas en remojo.
Náufragos voluntarios de la isla creativa llamada Huacanamo, explorando la frondosidad salvaje de las artes, y sólo armados con un afilado sentido de la jocosa irreverencia, nos hemos traído tesoros o baratija cutre pero a la que, bajo la luz apropiada y varios defectos especiales, también hemos dado el valor necesariamente merecido. El escenario constituye el laboratorio donde se elabora la alquimia que convierte la realidad en algo más brillante y escaso. Y sobre esas maderas, compusimos el espectáculo «A dos velas», nombre que se refiere tanto a nuestra envidiable situación económica como a esa intimidad de la penumbra que invita a confidencias y descubre los matices más caricaturescos del alma.
Conjuntando música en directo, poesía recitada y videoproyecciones en un menú condimentado con desenfado y humor, como dos velas que aguantan su palo, vamos de aquí para allá por un módico precio absurdamente, sin importar la vergüenza ocasionada a familiares, amigos y a una señora que me mira de reojo cada vez que bajo a comprar el pan. No obstante, hemos además elaborado un documento audiovisual a modo de presentación y explicación de lo que hacemos. Deje usted, lector, de cabilar sobre la inconsistencia erótica de relacionar la fuerza gravitacional en la teoría del todo, y dese el justo descanso disfrutando con esto. Agradecidos quedaríamos si sirviera para actuar allí cerca de donde usted suspira.